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En pleno centro de Zaragoza, Presco es todo un referente entre las heladerías zaragozanas. En su obrador, Pablo Ortega elabora, además de los helados más tradicionales, sus afamadas castañas heladas, especialidad de la casa.

Heladería Presco ocupa un local en un chaflán privilegiado de la calle Francisco de Vitoria de Zaragoza, desde finales de la década de los ochenta del pasado siglo, pero no fue hasta 2010 cuando Pablo Ortega tomó las riendas. «No venía del sector, pero comencé a formarme con diferentes cursos y, sobre todo, trabajando, pues la experiencia es la que mejor enseña », dice el heladero, desde su obrador ubicado en el sótano de la heladería. Presco abre durante todo el año, pues, además de heladería, es también cafetería, pero su momento álgido llega en los meses de mayo y junio. «La heladería es un negocio especial debido a su estacionalidad y, aunque también ofrecemos cafés, bollería, etc., los helados son los protagonistas indiscutibles en el establecimiento». En su obrador, se elaboran, ante todo, los sabores más clásicos que, son los que más se venden: chocolate, vainilla, turrón, frutas…, lo que no es óbice para que, cada verano, se introduzca alguna novedad: «y cada tres o cuatro años, hay algún sabor nuevo que gusta, cuaja y se queda en la carta, como, por ejemplo, el de Kinder». En total trabaja unos veinticinco sabores diferentes que se sirven generosamente, bien en cono, con la pinza, bien en tarrina, con paleta. Para su elaboración utiliza materias primas —leche, nata, frutas…— de primera calidad. «Durante todo el verano vamos introduciendo nuevas frutas, aunque los infalibles son, sobre todo, la fresa, el limón y el mango».

Pero si hay un producto que identifica y diferencia a Presco son sus castañas heladas que, aclara Pablo, «no son castañas, sino helados elaborados a partir de una masa de nata, azúcar y sabores, con forma de media esfera, que una vez heladas cubro de stracciatella y que presentamos envueltas individualmente ». Cuenta con castañas de ocho sabores diferentes, algunas con licor y son de los productos más demandados por los clientes: «algunos se las llevan a casa como un postre especial y otros prefieren comérsela aquí, mientras toman un café y se leen el periódico». Y es que el local invita a sentarse en una de sus mesas altas con vistas a la calle y deleitarse, no solo con los helados, sino también con sus batidos naturales, sus cafés —tradicionales o con nata o vainilla, como el irlandés o el vienés—; sus gofres o sus crepes, que también admiten cualquier combinación con los productos de la casa.

Su horario de apertura, entre semana, es de 9 a 14 horas y de 17 a 20 horas; los sábados alarga la mañana hasta las 14:30 horas y los domingos abre de 10 a 14:30 horas y de 17 a 20 horas.

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