Con más de 20 años de experiencia elaborando croquetas, sus recetas llenan de sabor los hogares de los consumidores. Pero ¿Cuál es el vínculo que une a esta empresa con la croqueta? Miguel Botaya, su fundador, nos lo explica.

¿Miguel, cómo se te ocurrió la idea de vender croquetas?
En el año 1969, tenía un puesto en el mercado Arrabal donde vendíamos pollo. En esa época no había vitrinas frigoríficas y
lo que no podías vender en el día, tenías que consumirlo en casa. Pensando en cómo podía aprovechar lo que no vendía en el día, se me ocurrió hacer croquetas y venderlas al día siguiente.
¿Y por qué croquetas?
Las croquetas era algo que todo el mundo conocía y consumía. Las podías encontrar en cualquier bar y también era una receta que algunas familias hacían, ya que para niños y personas mayores era un plato nutritivo y de fácil consumo. Sin embargo, nadie las vendía listas para cocinar.
¿La receta de croquetas es de elaboración propia?
En ese momento, no había internet ni el acceso que tenemos ahora a la información. Yo no había cocinado una croqueta en mi vida, pero siempre me han gustado los retos. Un día pasé por una librería y en el mostrador había un libro de recetas con una croqueta en la portada y lo compré. La primera vez que hice la receta fue un desastre, no me gustó. Fui haciendo pruebas hasta que afiné la receta: cambié la mantequilla por aceite de oliva para darle un toque más mediterráneo, le quité la cebolla para adaptarla a los paladares de los más pequeños y decidí añadir jamón.
Desde el momento en que empecé a venderla fue todo un éxito hasta el punto de que, aunque hemos adaptado ligeramente la receta en función de los gustos de nuestros consumidores, aún utilizamos la misma receta.
